Hace pocos días se celebraron en España elecciones municipales y autonómicas. No vamos a comentar aquí aspectos relacionados con ellas porque, lógicamente, El Spectrum Hoy no es el lugar adecuado para ello. Admito no obstante que la política, aunque no me gusta, sí me interesa porque entiendo que en ello me va parte de mi propio porvenir. Si todos estuviésemos un poco más concienciados de participar en la vida política aprovechando los resortes que nos concede el sistema (haciéndolo además de forma coherente), seguro que otro gallo nos cantaría y no habríamos llegado a los (denigrantes) extremos por los que, en la actualidad, pulula la mierda de sociedad que «entre todos» hemos ayudado a construir.

Todo esto viene a cuento porque espoleado por estos hechos (y un par de días libres en el curro) volví a jugar, después de muchísimo tiempo sin hacerlo, con Elecciones generales, uno de los videojuegos más curiosos jamás creados para computadora doméstica alguna. Pese a que ya han pasado más de veinte años desde su publicación allá por mediados de 1986, Elecciones generales sigue siendo realmente sorprendente, no ya por su temática, si no por la habilidad que tuvieron sus dos jóvenes autores para plasmar un tema a priori tan árido, logrando crear un juego con un desarrollo interesante e incluso adictivo, más allá de unos aspectos puramente visuales que también se lucen con dignidad. El único problema verdaderamente serio es la excesiva duración de la partida, que puede hacerse incluso monótona, especialmente durante la precampaña electoral; aunque hoy en día, con las posibilidades que ofrecen los emuladores para grabar una partida y retomarla más tarde, este defectillo no pesa tanto como jugando en el Spectrum, donde es muy fácil irse por encima de las dos horas de tiempo de juego.

Pero si para algo sirve Elecciones generales es para constatar el nivel de degradación e interesada crispación en que ha caído la sociedad española de este principio de Siglo XXI. No sé si es porque la gente se aburre demasiado en casa o si la comida (basura) y la TV (basura igualmente) van haciendo mella en el cerebro de la plebe a marchas forzadas, pero salta a la vista para cualquier persona con dos dedos de frente que juegos como Elecciones generales serían inconcebibles hoy en día, del mismo modo que nadie puede ya imaginarse otras muchas cosas que, por increíble que parezca, un día sucedieron sin que llegase el fin del mundo. Hoy los autores de este interesante juego serían muy probablemente crucificados sin piedad en los alienados medios de incomunicación por todos conocidos.

Y es una verdadera pena, más allá de la merma de libertades que esto indicaría. Porque ya me diréis si no resultaría interesante crear un juego como este aprovechando los fabulosos recursos informáticos de la actualidad, recreando una campaña electoral con el máximo realismo y dándonos el gustazo de ganar la Moncloa con nuestro propio partido político, aunque fuese en las entrañas de un PC. En lo que a mí respecta estaría muy bien, y no sólo porque los auténticos candidatos me gusten o no (que insistimos, eso aquí no viene a cuento); simplemente porque, bien hechas las cosas, daría pie a un juego interesante, tal vez muy divertido, y quién sabe si hasta instructivo de cara a enseñar a los jóvenes la utilidad y entresijos de esta faceta de nuestro sistema de gobierno. Desgraciadamente se trata de una simple utopía: cualquiera puede imaginarse lo que ocurriría si Elecciones generales viese hoy la luz. Está claro que en ese aspecto, como en otros, hemos retrocedido y mucho respecto a los primeros dos lustros de democracia. Pero quede claro que parte de la culpa, al menos una parte, la tenemos nosotros.

One thought on “De política y esas cosas que tanta grima dan”

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