El Amstrad CPC cumple treinta años este mes de abril. Y como suele ocurrir en casos así, no veo mejor forma de celebrarlo que disfrutar con una selección de su numerosa programateca, ya estuviese destinada al modelo normal a su variante más bizarra…
…y con un poco de buena música:
Aunque fue el último de los “cuatro grandes” (Spectrum, C-64, MSX y el propio CPC) en llegar y lo hizo en un ámbito ya muy saturado de competidores (a los ya citados se sumaban los producidos por marcas como Thompson, Oric o Dragon Electronics), el CPC no tardó en hacerse con una parte sustanciosa del pastel que representaba el mercado europeo de ordenadores domésticos, pequeño en comparación al de Estados Unidos o Japón, pero no por ello carente de importancia.
Como más tarde sucedería en el caso del Spectrum +2, Alan Sugar demostró que era un vendedor nato y hasta el final de los años ochenta logró colocar más de tres millones de su Colour Personal Computer, un ordenador desarrollado a la carrera pero que resultó estar bien planteado como tal y mejor fabricado, con unos índices de calidad y robustez poco habituales en aquel entonces. Francia se convertiría en el “fortín” de la máquina y fue allí donde dos empresas creadas un año antes de la llegada del CPC, Loriciels e Infogrames, se especializarían en él y serían responsables de algunos de sus mejores juegos.
No sorprende pues que el Amstrad siga teniendo una nutrida comunidad de admiradores, capaces de exprimirlo hasta límites insospechados. Ya sólo nos queda desearle un feliz cumpleaños, porque a buen seguro cumplirá muchos más.