Esta imagen fue tomada a principios de 1985, quizá en torno a febrero o marzo. Además de por la ropa, podemos deducirlo ante la presencia de varias cintas de Match Day (primicia por aquellas fechas) en la parte derecha del estante superior de este expositor, denominado Computer Know-How (literalmente «Conoce cómo es un ordenador»), aunque también se atisba un ejemplar de Valhalla en el centro del mismo estante. Cuesta un poco verlos a ese tamaño, pero se adivinan. Lo que sí está claro es que quienes montaron el expositor sabían cómo llamar la atención de los curiosos gracias a unos chismes que, lejos de anticipar el fin de la civilización por su maligno comportamiento, tenían la capacidad de solazar a la gente y distraerla de sus preocupaciones diarias. Al menos durante un rato.
Esa es una de las ideas que pretende transmitir Chris Porsz con su foto, la cual puede ser vista en su web personal junto a un par de cientos más. En los últimos años Porsz ha adquirido una sólida reputación como fotógrafo callejero. Concede entrevistas, ha publicado un libro recopilando su obra y prepara un documental, aunque en realidad su carrera abarca más de cuarenta años. Hijo de polacos supervivientes de los campos de exterminio que emigraron al Reino Unido, su padre tuvo tiempo de meterse a paracaidista y combatir a las órdenes del general Stanisław Sosabowski en la Operación Market Garden, donde se jugó el pellejo luchando en primera línea.
Algo de ese arrojó le debió transmitir a su hijo, que se hizo paramédico (uno de los oficios más duros de la especialidad sanitaria) y tomó por costumbre salir a pasear después del trabajo con una cámara de fotos, para quitarse de encima el estrés. Sin pretenderlo (siempre se ha visto a sí mismo como «un aficionado» y de hecho continúa en su trabajo de toda la vida, próximo ya a jubilarse) acabaría convertido en uno de los mejores cronistas de la vida callejera de su país, pero especialmente de Peterborough, ciudad en la que nació y en la que siempre ha residido. Una de esas horribles ciudades típicas de la Inglaterra industrial, gris tanto por su aspecto como por la gente de las habita, y que entre los años setenta y ochenta del siglo pasado experimentaría una transformación dramática con el estallido del fenómeno punk y la posterior liberalización económica puesta en práctica por Margaret Thatcher. Por supuesto también con la llegada del ordenador a los hogares, donde se iría introduciendo poco a poco con Sinclair y su Spectrum a la cabeza, dando pie a una revolución de la que Porsz y su cámara serían testigos privilegiados.
La esencia de los ochenta resumida en una foto.