The Great Escape cumple un cuarto de siglo. No hace falta decir mucho más.

Quienes lo conocen ya tienen la excusa perfecta para celebrarlo como es debido, que es jugando con él una vez más. Y si es usted de los que llegan a esta miserable web dando tumbos por Internet y no conoce ni el Spectrum ni el juego pues ya está tardando en bajarse un emulador y probarlo, so hereje. Porque esto, amigos, es mucho más que un videojuego: es una obra de arte que debería estar en un museo, y que desde luego no tiene ni la mínima presencia que debería tener en los libros de historia del ramo. La obra maestra de Denton Desings y el que fuera uno de los mejores juegos publicados por Ocean Software durante su extensa e irregular trayectoria, se lo merece.

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