Curiosa, muy curiosa esta recopilación de anuncios publicitarios del ZX-81 que he descubierto por obra y gracia de un post de Ignacio Prini en Facebook:
En total casi cuatro minutos de folletos y páginas de revistas procedentes de medio mundo, incluyendo lugares tan exóticos como Suecia o Japón, lugar este último donde Sinclair le echó un par de pelotas vendiendo allí la máquina a pesar de la imbatible competencia de los productos autóctonos. Justo lo mismo que ocurriría en Estados Unidos, donde el 81 se comercializó bajo la marca Timex con la salvedad de que obtuvo un éxito aceptable, merced sobre todo a desarrollos exclusivos que mejoraban sustancialmente el diseño original, habilitándolo así para competir con dignidad en un mercado donde Apple y Commodore se zampaban casi todo el pastel.
Demostrando la incontestable versatilidad del ZX-81.
Igualmente encontraremos un par de anuncios españoles, que yo al menos no recuerdo haber visto jamás. Durante el periodo 1980 – 83 la crisis institucional y económica que afectaba al país desde mediados de los años 70 se agravó de manera considerable, y la gente no tenía ni ganas ni dinero para invertirlo en la compra de algo con tan (por entonces) poca utilidad real como un ordenador casero, más aún si se trataba de una calculadora gorda sin teclado. Además el ZX-81 llegó a España tarde, con el Spectrum y su competencia asomando a la vuelta de la esquina, por lo que muchos elegían esperar y ahorrar para adquirir un artefacto más serio. Por tanto llaman la atención dichos anuncios, que con franqueza no sé de dónde pueden haber salido habida cuenta de que, a todo lo anteriormente expuesto, se une el hecho de que, por la época en que debieron publicarse, en España aún no existía prensa especializada en informática doméstica tal como la conoceríamos a partir de 1985 gracias sobre todo al éxito del Speccy. La atención de los medios generalistas era testimonial, por decir algo, y para obtener alguna noticia era casi obligado acudir a la edición centroamericana de Popular Mechanics, vendida en algunos quioscos y librerías a precios que fluctuaban con la cada vez más elevada cotización del dólar, y por lo tanto todo menos baratos.
En cualquier caso, el video sirve para ilustrar perfectamente una época primigenia de la informática de consumo, muy distinta a la actual hasta para venderse ante potenciales clientes. Sobre todo en Europa, caracterizada por la escasez de medios (poco o nada de onerosos anuncios en TV) y la cierta ingenuidad que suele definir a todo mercado virgen, como era entonces el de los ordenadores domésticos y más el de micros baratos como el que nos ocupa.