Cuando el C5 se puso a la venta en 1985 y Clive Sinclair vaticinaba alegremente que vendería 100.000 unidades sólo ese año, algunos medios de comunicación adelantaron que, a la vista del incontestable éxito que iba a tener aquel artefacto, la empresa Sinclair Vehicles ya estaba trabajando en modelos evolucionados con características superiores. El C10 y el C15 (este último posiblemente equipado con un techo de plexiglás) serían, junto al mencionado C5, los encargados de copar un mercado virgen. Con ellos Sir Clive pretendía conseguir en las calles lo mismo que había logrado en los hogares gracias al Spectrum. Soñaba con abanderar otra revolución orientada esta vez a cambiar para siempre el concepto del transporte personal, ganándole terreno a los ruidosos y contaminantes vehículos de combustión interna que dominaban las grandes ciudades.
No fue así, como todos sabemos; pero eso no significa que la idea fuese mala o un auténtico descabello, al menos a ojos de Sir Clive. Inasequible al desaliento y poco dispuesto a admitir errores propios (achaca el fracaso del C5 a la restrictiva normativa inglesa en materia de circulación), Tito Sinclair siempre ha tenido en mente resucitar el proyecto para, actualizándolo convenientemente, alzarse con la victoria que una ralea de malvados burócratas le impidió lograr.
A primera vista podría decirse que el X-1 no es otra cosa que esa versión superior del C5 que nunca llegó a ver la luz, sometida a un restling para adaptarla a los tiempos que corren. Sin embargo su aspecto resulta mucho menos vanguardista que el del C5 en su día. Un vehículo que no hace gala del nombre que lleva, digno de una nave espacial, y que comienza sustituyendo el tren triciclo de su antecesor por otro con sólo dos ruedas. La postura de conducción también es más convencional que en el C5 y el manillar de dirección va situado frente a nosotros, en lugar de “empotrado” entre nuestras piernas. Esta postura y la forma del techo transparente dan como resultado un vehículo que, al menos en principio, es lo bastante alto como para hacerse visible a los demás usuarios de la vía.
Como he aclarado antes, el X-1 me parece más un C5 con esteroides que un “coche” realmente nuevo. Un C5 New Style que pretende conquistar la calle cortando por lo sano los dos principales defectos del modelo anterior: la ausencia de techo y la poca visibilidad para otros vehículos (principalmente camiones) por culpa de su escasa altura. Eso no implica necesariamente que el X-1 sea una solución perfecta ni mucho menos. Tito Clive, empecinado en lanzar a toda costa una especie de Spectrum rodante, ha cometido casi los mismos errores que motivaron el fracaso de su anterior aventura automotriz.
El principal problema, una vez más, es la practicidad real del diseño. Aún no he podido probarlo (ganas hay muchas, no lo niego), pero imagínense ustedes desplazándose con esto por una ciudad como Madrid, auténtica selva desde el punto de vista circulatorio, en la que aventurarse subido a algo más pequeño que un cuatriciclo es para chiflados con un deseo suicida. Las prestaciones del X-1 son limitadas, ya que está pensado para ser conducido sin carnet y por tanto a velocidades muy bajas. Su especial y casi esperpéntico diseño, demasiado estrecho y con dos únicas ruedas, lo hace muy sensible a cualquier mínimo roce lateral. Además sigue siendo todavía un poco bajo, como se puede comprobar en la foto superior. Por tanto su uso queda muy restringido en condiciones normales. Vamos, que de meternos con él por Castellana o Gran Vía mejor nos olvidamos.
A esto hay que unirle la imperdonable ausencia de un limpiaparabrisas que nos facilite la visibilidad en caso de lluvia, la facilidad de robo (al menos a priori) y un último detalle en el que Sir Clive no parece haber caído, que es la situación de la cadena de transmisión para los pedales por dentro del habitáculo y al descubierto. ¿Tienen ustedes una novia que se pirre por las faldas largas y los pantalones de pata ancha? Si este invento tiene éxito entre las mujeres al menos habrá una consecuencia positiva: la proliferación de minifaldas y pantalones cortos. ¡Los machos nos podremos las botas!
Usuaria habitual de un Sinclair X-1.
Todo apunta a que el X-1 no pasará a los anales de la historia salvo como anécdota. La popularización de las bicicletas ciudadanas plegables, que han bajado mucho de precio en los últimos años y resultan más prácticas (por lo menos puedes subirte con ellas por la acera), le resta al X-1 buena parte de un atractivo ya de por sí escaso. Habrá que ver en qué acaba esto porque todavía queda tiempo hasta que el vehículo se ponga a la venta, hacia la segunda mitad de 2011, y muchas cosas podrían haber cambiado en ese momento. Esperemos que así sea porque, de continuar por la misma senda, este “C5 Bis” figurará como otra simpática locura del mayor cabezón que vieron los siglos.
Este Clive, jugará muy bien al poker, pero en el poker de los negocios es un auténtico negado, mas le valdría hacer algo serio y práctico, por ejemplo, yo le doy ideas, el C-10 un vehículo eléctrico biplaza al estilo smart pero con un diseño exterior que recuerde al C-5, con techo y dimensiones adecuadas y que por lo menos pueda recorrer 120 Km en una sola carga y un precio razonable. Técnicamente creo que es posible, pero este hombre cada día se parece más al profesor bacterio.
No sólo es técnicamente posible, sino que hasta existe y todo, aunque en formato de prototipo: el Segway P.U.M.A.
El problema sigue siendo el precio, que a pesar de la paulatina bajada de los componentes necesarios para fabricar baterías y todo eso seguría siendo alto con respecto al de un coche de verdad movido por gasolina, aunque supongo que un trasto asi fabricado en masa se iría abaratando paulatinamente.
El problema de Clive parece ser el de no darse cuenta de que el mundo evoluciona, y que son pocos los que piensan igual que hace treinta años. Ya no basta con vender lo más barato posible porque ya no estamos en los tiempos del Spectrum, tiempos en los que la gente estaba dispuesta a sacrificar casi todo a cambio de un precio de adquisición bajo. Hoy en día el público exige algo más que eso, incluso en los tiempos de crisis que vivimos. Yo al menos preferiría gastarme 5000 € en un P.U.M.A. antes que 500 en un X-1, y de no tener dinero suficiente elegiría no comprar nada a gastarlo en un engendro como este.