Seguramente nadie recordará ya está entrada, para empezar porque la publiqué hace como seis años. En el vídeo que la ilustraba, procedente de una filmación casera, aparecía un Sinclair C5 al que alguien le había puesto unas ruedas enormes para convertirlo en monster truck y dar espectáculo con él. El vídeo en cuestión ha desaparecido y he tenido que poner otro mucho más cutre (cosas de YouTube, donde la palabra «estabilidad» viene a significar lo mismo que «verdad» para Donald Trump); pero hace unos días, alguien colgó este otro vídeo relacionado con el anterior, mucho más completo y profesional:
Se dice que no hay mal que por bien no venga, y en este caso es cierto. El vídeo aquí expuesto es un «cómo lo hisimos«, donde los padres de la criatura muestran su gestación desde el brainstorming inicial hasta llegar al punto culminante de su presentación, frente a un público enfervorizado, en el transcurso de un evento que tuvo lugar en el Santa Pod Raceway, un antiguo aeródromo de la RAF trasformado en circuito de dragsters y otros bigardos motorizados de origen americano. Decir que el vídeo está en puritito inglés pondrá los pelos como escarpias a más de uno, pero tampoco es imprescindible hablar la lengua de Shakespeare (ni siquiera como Ana Botella) para divertirse con él, ya que las imágenes son muy ilustrativas, a la par que expresivas. Centrándonos en este último punto (el de la expresividad), viendo el entusiasmo y sobre todo el cachondeo con el que los protagonistas abordan su titánico reto, cabe elucubrar acerca de la fuente que los inspira, y tratándose de ciudadanos británicos probablemente muchos estarán pensando lo mismo que yo. Pista: si habita usted en Magaluf o cualquier otro lugar que haya convertido el turismo de alpargata / borrachera en motor de desarrollo (?), puede hacerse una idea.