Aunque es obvio que el Spectrum dejó en mí una huella muy profunda (lo bastante como para llevar casi diez años escribiendo paridas sobre él en una web), nunca he negado que me hubiese gustado más tener un Commodore 64. De hecho, cuando al fin nos planteamos seriamente la compra de un ordenador para casa, el C-64 era nuestra primera opción. Al contrario que ocurría con el Spectrum, ordenador del que apenas sabíamos nada, tanto yo como mis hermanos habíamos pasado tardes enteras trasteando con el 64 de un amigo y lo conocíamos bien, hasta el extremo de haber diseñado algunos pequeños programas en BASIC. Sin embargo hubo dos motivos de peso que acabaron inclinando la balanza a favor del chisme de Sir Clive: el primero de ellos el precio, que resultaba mucho más asequible a la economía familiar; y el segundo, más importante si cabe, que el Spectrum brindaba muchas más oportunidades de utilización, merced a que lo tenía mucha más gente. En España el C-64 siempre fue un actor secundario a remolque del popular Gomas, que fue a los ordenadores domésticos como el Seiscientos a los coches.
El primer Spectrum rodante de la historia.
Nada que ver con otros territorios y sobre todo con los USA, hábitat natural del C-64 al ser americana su casa matriz. A principios de la década de 1980 Apple dominaba cómodamente el mercado de los ordenadores domésticos, un mercado con enormes posibilidades de expansión que la empresa de Steve Jobs amenazaba con monopolizar. Jack Tramiel, fundador y preboste de Commodore, imaginó a su criatura como el arma perfecta para batallar contra Apple en su propio terreno. La jugada no sólo le salió redonda, sino que acabó comiéndose la manzana a bocados: el Commodore 64 figura todavía hoy como el ordenador más vendido de todos los tiempos, con cifras muy por encima del Spectrum o del Amstrad CPC. Hubo temporadas en que la cadena de montaje llegó a facturar hasta 400.000 equipos al mes, para así poder cubrir la demanda existente.
El C-64 era un ordenador cojonudo, y a pesar de algunos lastres considerables (CPU y dificultad de programación principalmente), sus excepcionales prestaciones en otros apartados los compensaban sobradamente. Hasta la comercialización del Amiga 500, que participaba en otra liga, el 64 era el mejor ordenador doméstico que se podía comprar, y todo ello sin necesidad de gastarse una fortuna en el empeño. Se convirtió en objeto de deseo de miles de potenciales usuarios, que babeaban ante los gráficos y, sobre todo, la música que era capaz de generar. Yo mismo era uno de ellos: tras comprar el Spectrum continuaba jugando ocasionalmente con el Commodore de mi amigo, y solía volver a casa roído por la envidia (sana) sabiendo que cosas como The Last Ninja o The Staff of Karnath jamás podrían ver la luz en mi modesto Spectrum, o que si lo hacían serían sensiblemente más cutres.
Igualito que en el Spectrum, vaya.
Hoy día, el “anti-Apple” de Commodore es si cabe más conocido en Europa de lo que fue en su época de gloria. La suma de pasión por la retrotecnología e Internet le ha sentado estupendamente, y son muchos lo que gracias a ella han podido tomar contacto con una máquina que aquí no gozó de una difusión excesiva. Aunque en la Red abundan las páginas dedicadas a mostrar las bondades de este magnífico aparato, siempre es agradable encontrarse con gente que se va sumando al carro; gente como la de Fantastic64, que ha abierto una sección específica dedicada a mostrar el potencial gráfico del ordenador, colgando en Facebook una pequeña galería de imágenes estáticas y pantallas de carga de conocidos videojuegos. Ni que decir tiene que muchas son sencillamente espectaculares.
Ya puestos, os dejo otro enlace que contiene un jugoso popurrí de imágenes y música subido al Youtubarro. No os lo perdáis.
No conocía esta vena commodorífica tuya
Es que creo que hasta ahora no la había confesado por aquí ;-). Pero sí, huebise sido feliz teniendo este ordenador en casa.
Tengo el mismo recuerdo que tú de pequeño; yo estaba contento con mi CPC464, pero un colega tenía un C64 y alucinaba del scroll perfecto del paperboy y de la música de otros tantos.
De hecho, me falta un C64 para completar mi colección de los cuatro fantásticos de los 8bit, tengo un A500 pero no le he llegado a coger retrocariño 😛
Es que como ya comento en el texto, el Amiga jugaba en otra liga distinta. Evidentemente es un clásico, en una forma distinta a los cuatro grandes de 8 bits. Puede que sea porque Sprectrum, Commodore 64 y demás los tuvimos cuando éramos más críos. Para muchos fueron nuestros primeros ordenadores personales y luego pasaríamos al Amiga, el ST o el PC, pero para entonces ya éramos adolescentes que pensaban en más cosas aparte de en nuestro ordenador. 😉
Hola. Nuevo por aquí pero confieso que estoy devorando el contenido a gran velocidad.
Yo tenía un Commodore64 y reconozco que me frustraban de niño dos cosas:
1- La paleta de colores. Yo por entonces igual no te lo razonaba pero era muy consciente de los feos que son los colores en el CBM64. Había que ser un verdadero artista para sacar unos gráficos bonitos de ahí, y algunos (System3 a la cabeza) lo conseguían. Pero muchos, no.
2- No había juegos de los que más molaban. Me refiero a Ultimate, Ocean… los isométricos. Yo quería el Knight Lore, Alien8, Batman… y no había manera de conseguirlos. Luego consigues el Inside Outing o incluso el Nosferatu, pero no eran los míticos. Cosas de usar un procesador central tan lento. Pero eso de crío no lo sabía tampoco, claro, yo simplemente quería el Batman de Jhon Ritman y no lo había…
A cambio el CBM64 tenía de largo los mejores Smups y juegos con scroll, y cuando un juego estaba realmente bien hecho, efectivamente puede que fuera la mejor máquina de las cuatro. La excepción podrían ser los cartuchos del MSX, pero eso ya es jugar con ventaja. El MSX 2 jugaba en otra liga.
Y de la música ya no hablo… Me ha traído recuerdos tu pequeño artículo. A ver si te animas un día a decir algo de las aventuras de CRL, que a mí me flipaban y ni Dios las jugaba por lo visto.
Saludos!
Sobre el tema de los colores en el Commodore 64 se han escrito artículos tan interesantes como este, donde explican los motivos de que se vean como se ven. No hay que olvidar que se trata de un ordenador de origen americano, ideado preferentemente para funcionar allí:
https://www.pacoblog64.com/2015/07/antes-de-nada-una-confesion-la-primera.html
Respecto a los juegos, aunque se pudiesen echar de menos ciertos clásicos del Spectrum que no tenían «reflejo» en el C-64, a la hora de la verdad la inmensa mayoría se versionaban para las cuatro plataformas principales y en el Commodore siempre sobresalían. Ultimate también hizo juegos exclusivos para la máquina de Tramiel (como la tetralogía de Sir Arthur Pendragon) imposibles de ver en otro ordenador y que hacían que te «olvidases» de lo que no podías disfrutar. Y de la música, efectivamente, mejor no hablar. Para encontrar algo mejor había que irse al Amiga de la propia Commodore.
Las aventuras de CRL apenas las conozco más allá de reseñas en la prensa y de haberlas jugado puntualmente cuando se publicaron. Para disfrutarlas en plenitud había que tener un nivel de inglés del que yo carecía. Y visto el éxito que tuvieron fuera del Reino Unido, no era el único con ese problema… Pero tomo nota de la sugerencia.
Gracias por tu comentario, de esos que añaden valor a la web y ponen su grano de arena para animarme a seguir con esto y disfrutar escribiendo, que a fin de cuentas es de lo que se trata.
Gracias a ti por contestar.
CRL tenía efectivamente el problema del idioma, pero yo salí raro en eso y me jugaba las aventuras en inglés con un diccionario al lado y dando el coñazo a la familia. Mis notas de inglés en el cole a partir de los 9 años atestiguan mi obcecación con las conversacionales (al final resultó que un ordenador de 8 bits servía para aprender, aunque fuera jugando y de rebote).
Por si alguien pasa por aquí y no entiende por qué cojones un crío se puede fascinar por una aventura en un idioma que no entiende publicada por una casa de software que no sale en las revistas, y ya que parece que he dado con un tema poco popular, me animo a matizar, de memoria y sin red:
Las aventuras conversacionales de CRL tenían una base muy interesante: se basaban en mitos del horror. El hombre lobo, Frankenstein, Drácula, Jack el Destripador… y el parser que utilizaban le daba bastante sopa con ondas al que usaba Dinamic en sus aventuras por aquel entonces (al menos, a las que jugaba yo, con la entrada de Samudio la cosa mejoró bastante). Sobre las fechas decir que hablo de cuando a mí me llegaron estos juegos, no necesariamente de cuando se publicaron… Sigo: Si vencías la barrera del idioma (y sí, en los 80 un juego en inglés no era accesible para todo el mundo) te encontrabas con que tenías unas aventuras muy profundas y variadas (en Wolfman viajas a lo largo de toda la Inglaterra medieval, visitando bosques, cavernas, pueblos… y empiezas la partida despertándote en tu cama cubierto de sangre ¿Cómo resistirse a eso?). Y encima el nivel de dificultad era bastante asequible, se avanzaba con relativa facilidad porque todas las soluciones eran lógicas.
Vamos, que por casualidad me compré Wolfman por catálogo atraído por el título y el precio (no sabía ni que era una conversacional) y acabé jugándola por la novedad y descubrí una aventura bastante mejor (o me lo pareció) de lo que había visto en España por aquella época (Megacorp, La Guerra de las vajillas… recuerdo ahora mismo). Después probé Drácula y la tónica era la misma: una gran aventura con una temática fascinante, muy bien ambientada y en la que se progresaba lenta pero constantemente, con unos niveles de frustración bastante tolerables. Y así más o menos todas, un hilo temático bastante claro que a un crío le fascina tanto o más que un juguete de dinosaurios.
A destacar de las aventuras de CRL (al menos las de CBM64) que eran sólo de texto, no tenían gráficos acompañando las localizaciones. Si embargo, en determinados momentos aparecían unos gráficos digitalizados a pantalla completa ilustrando las situaciones más macabras. Por ejemplo, en Wolfman si matamos a un hombre que se cruza en nuestro camino el juego nos regala un primer plano de un actor degollado, o cuando nos acostamos con la chica en la segunda carga nos pone una imagen de ambos abrazándose o, en su defecto y si la matamos, de su cuerpo sangrante en la cama. Como las imágenes entraban de golpe ANTES del texto y a pantalla completa, la primera vez recuerdo llevarme un susto de narices. Creo recordar que en Drácula salía la cabeza de Harker aplastada contra el suelo si intentabas escapar por la ventana de la torre…
Decir también que en España con La Aventura Original, Cozumel… casi toda la producción de AventurasAD con la participación de Andrés Samudio mejoró mucho el nivel de este género. La Aventura Espacial sería la excepción por el tema de las siglas, aunque también tiene sus defensores, quizás llevados un poco por el fanboyismo y la nostalgia irracional, porque no hay Dios que entienda nada con tanta abreviatura).
Me ha quedado un buen ladrillo, pero a ver si a alguien le pica la curiosidad y se echa unas partidas a alguno de estos juegos. Aunque me temo que han envejecido muy mal y sólo son para disfrute de quienes ya los disfrutamos en su momento. A mi sobrina no la sientas a jugar a esto ni de coña.
CRL no era en absoluto desconocida y salía en las revistas, aunque en general fuese para mal. Echar un ojo a la biografía de su fundador sirve para comprender por qué fue su empresa y no otra la responsable de publicar juegos como Jack the Ripper:
http://www.elspectrumhoy.es/mierdas-que-me-molaban-mil-the-war-of-the-worlds/
Lo de por qué los videojuegos (y en particular las aventuras de texto) estaban mejor hechos en Inglaterra que en España, se debe entre otras cuestiones a que los ingleses tendían a verlos como una cosa más o menos seria, mientras en España siempre han sido «cosa de niños». Andrés Samudio vino a cambiar esa percepción con su impresionante bagaje cultural e intelectual, pero desgraciadamente llegó tarde. O no lo bastante a tiempo.
Del «fanboyismo» y la nostalgia gratuita en relación al software español de los ochenta hablamos otro día, que es un tema muy cansino. En el Reino Unido, un país mucho más digno que esa provincia marroquí que se cree parte de Europa, siempre han tenido más claro el lugar que le correspondía.