En el momento de escribir estas líneas, falta poco tiempo para que se cumplan tres años desde la celebración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Unos Juegos sobre los que un periodista británico del que leí un artículo al poco de clausurarse vino a decir que no merecían un lugar de privilegio entre los mejores de la historia, pero afortunadamente tampoco habían resultado como los de Atlanta 96, en su opinión lo más parecido a una feria de pueblo que había visto en su vida. Al buen hombre no le faltaba razón: poca gente, incluso dentro de las fronteras locales, recuerda ya unos Juegos con un resultado más bien discreto en el que lo más llamativo, aparte del monstruoso e injustificable sobrecoste del evento, lo encontramos en una ceremonia inaugural que, puesta en manos de un tipo tan mediocre y hortera como Danny Boyle, resultó ser el cachondeo padre. Sólo a alguien como Boyle se le ocurriría la genialidad de traer a Londres un pedazo de Hobbiton, o intercalar imágenes de la mejor teleserie española de la historia entre música de los Sex Pistols y una áulica apología de la explotación laboral por parte de bienintencionados emprendedores de los siglos XVIII y XIX, eso que en los libros llaman “revolución industrial” y que tantos beneficios ha reportado al ser humano desde entonces.

También hubo un homenaje a Egipto, antiguo protectorado británico, mediante la exhibición de una momia parlante articulada. ¡Y nada menos que en el palco VIP!

La celebración de los últimos Juegos de Londres (nota para estudiantes post LOGSE: hubo otras dos ediciones celebradas en 1908 y 1948), volvió a poner en boca de todos el nombre de un personaje harto conocido entre los fans del Spectrum: Daley Thompson. El bigotudo decatleta no sólo es leyenda por los tres videojuegos que apadrinó: sus gestas deportivas (campeón del mundo y doble campeón olímpico con un récord mundial que hoy sigue siéndolo a nivel de su país) le permitieron encabezar la que posiblemente sea la mejor generación de atletas británicos de todos los tiempos. El resto de la inmensa popularidad que disfrutó en los años ochenta se cimentó en torno a su magnética personalidad, caracterizada por una actitud irreverente y contestataria que continúa sacando a la palestra en cuanto le dan cancha. En 2014 exhibió con vehemencia su negativa a la independencia escocesa que se votaba en referéndum, y antes de Londres 2012 tuvo sus más y sus menos con el regatista Steve Redgrave a cuenta de quién debía ser el último relevista de la antorcha olímpica, por lo que noticias como la relatada por la publicación digital The Daily Mash no deberían sorprender a nadie.

Dicha noticia, que puede leerse completa aquí, relata el enfrentamiento que Thompson habría mantenido con un aficionado a los videojuegos, que le exigía responsabilidades por los destrozos provocados en su ordenador a cuenta del uso (que no abuso) del Daley Thompson´s Decathlon, culpable de la rotura de miles de joysticks y de provocar lesiones incurables en los brazos de otros tantos miles de usuarios. El decatleta se habría defendido replicando que él se limitó a ceder su nombre para patrocinar un juego creado por nerdos, y que los destrozos indicaban de que esa persona tendría que haber salido más a la calle en vez de pasar tanto tiempo jugando. Lejos de reprobar sus palabras, expertos en historia de videojuegos y tecnología abalaron la contribución de Daley Thompson´s Decathlon a la hora de demostrar que los videojuegos, siempre en el punto de mira entre otras cosas por alentar el sedentarismo, podían ser compatibles con la práctica de ejercicio físico.

Decathlon + joystick + frenesí de movimientos laterales repetitivos = apología del onanismo masculino.

Sólo hay un problema, y es que esta noticia… es una coña. The Daily Mash es una publicación satírica al estilo de la afamada El Mundo Today, creada en 2007 por dos antiguos periodistas británicos. Que sepamos, y al contrario de lo ocurrido a veces con el website español, ninguna redacción seria se ha hecho eco de sus noticias publicándolas como si fuesen de verdad, lo que al menos significa que fuera de España los periodistas dignos de tal nombre aún se toman la molestia de verificar y contrastar una información antes de airearla. Independientemente de eso, la cuestión es que esta noticia en concreto… bien podría haber sucedido. No en vano por todas partes hay zumbados capaces hasta de liarla parda reclamándole a alguien 13,99 libras por un joystick roto hace una treintena de años; y siendo como es Daley Thompson (aquí tenéis una entrevista auténtica en la que suelta unas cuantas perlas fiel a su estilo), estoy plenamente convencido de que su respuesta al exaltado de turno habría sido precisamente esa.

Es una pena que en los ochenta la figura de Daley no fuese tan conocida fuera del Reino Unido más allá del ámbito deportivo, porque si sus juegos se hubiesen vendido acompañados por sus altisonantes declaraciones y algún video con sus spots para Lucozade, entonces su impacto habría sido todavía mayor, que ya es decir. Porque el tito Daley era carismático incluso limitándose a figurar en la carátula de un videojuego, y sólo con eso ya bastaba para que muchos se lanzasen incansables a romper el teclado o el joystick de su Spectrum para batir todas las marcas. Y seguro que también sus propios brazos en más de un caso.

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