Durante los últimos compases del siglo XX y los primeros del XXI, quienes habían nacido a lo largo de la década de 1970 y habían vivido su niñez y adolescencia en la década inmediatamente posterior, comenzaron a pensar que aquella había sido una época maravillosa en la que no existía el paro, donde todo el mundo tenía una casa chachi por la que no pagaba hipoteca, la delincuencia era algo que sólo se veía en las películas yankis y hasta los politicastros eran algo así como superhéroes de la Marvel, con una honestidad sin mácula y capaces de convertir un arrabal subdesarrollado como España en un país tope guay, en el que incluso alemanes y gabachos se daban de hostias con tal de quedarse a vivir. Para colmo de buenaventuranzas el país vivía una nueva edad de oro cultural, en la nuestros artistas parecían tocados por la divina providencia de la inspiración y encadenaban una obra maestra detrás de otra. La palabra “bodrio” no existía; tampoco en el mundo de los videojuegos por supuesto, donde nuestras creaciones eran loadas allende los mares y hasta el invento más tiñoso le daba mil patadas al mejor producto llegado de fuera.
España en 1983.
Total, la reoca. Nada que ver con la mierda absoluta de la actualidad, cuyas miserias no les voy a enumerar ahora porque tampoco es plan de que acaben ustedes tirándose por una ventana de su zulito de pladur hipotecado por mil años. De aquel fenómeno de nostalgia colectiva por una época sin duda mejor se pisparon ciertos señores conocidos como “expertos en marketing”, que vieron la posibilidad de sacarle la pasta a una cuadrilla de borregos hacer algo para levantar la moral de la gente. Escudándose en la nostalgia ochentera, aquellos tipos y sus acólitos terminarían sacando a la palestra auténticos ejercicios de caradura. Kiss FM es el más relevante, así a bote pronto; pero hubo cosas que por patéticas hacen hasta gracia como Los 80, serie emitida por Antena 3 TV de cuya calidad y realismo habla el hecho de que, en plena manía por revivir esos años, no aguantó ni media docena de episodios antes de ser cancelada sin piedad.
España hoy día.
En esta web tuve costumbre de aprovechar el ocaso del año en curso para retroceder en el tiempo, dos décadas atrás concretamente, escribiendo un puñado de Leyendas en las que analizaba muy por encima lo que había pasado en la historia del Spectrum. Pero dentro del contexto de la época, entre otras cosas con la intención de demostrar que los años ochenta, lejos de ser lo más de lo más, fueron todo lo contrario. Un ejemplo de lo que se podía lograr al respecto lo tenéis en la Leyenda dedicada a 1985, que rescaté hace unos meses y que a buen seguro es la mejor de todas las de este palo. En 2005, cuando la escribí originalmente, la fiebre pro-ochentera todavía estaba en un momento álgido. Hoy esa fiebre se ha rebajado en gran medida para bien o para mal, pero no por ello está de más redescubrir las otras Leyendas relacionadas. Pocas ciertamente, puesto que no todos los años llegué a publicar cosas en esa onda.
Y comenzamos por el principio, como no podía ser de otra manera: en 2003 publicaba una Leyenda que, ambientada en 1983, analizaba someramente lo que aquel año había supuesto para el Spectrum dentro del tejemaneje histórico del momento. 1983 fue un gran año para nuestro querido aparatito, pero no tanto para el resto del mundo.