La industria europea del videojuego nunca ha disfrutado del lugar que merece en los libros de historia. Es una situación injusta, que ya comenté una vez y que está muy lejos de resolverse siquiera a medio plazo porque, como bien se dice al comienzo de Braveheart, “la historia la escriben los que cuelgan a los héroes”. Cierto es que en esto también tienen mucho que ver las características particulares de una industria que, en lo que a los ochenta concierne, estaba prácticamente en pañales cuando en los USA ya habían tenido tiempo hasta para sufrir un crack del sector, derivado del gigantesco negocio creado en torno a él. Además, y merced a las características particulares del mercado en el cual se vendían, los videojuegos europeos gozaban de muy poca publicidad fuera del continente, salvo contadas excepciones destinadas al C-64. La escasa repercusión de los videojuegos europeos en los libros de historia del género les ha privado de méritos que, en muchas ocasiones, corresponderían a ellos antes que a quienes se los han terminado llevando. Unos se llevan la fama mientras otros cardan la lana, es así de simple y así de triste.
Un caso paradigmático de esto es Zombie Zombie, posiblemente uno de los juegos más injustamente olvidados de todo el catálogo disponible para el Spectrum. No fue muy apreciado ni cuando salió en 1984, por la sensación inicial de “tomadora de pelo” que transmitía al ser demasiado parecido a Ant Attack, con el que un año antes Sandy White, su autor, había conseguido el primer gran bombazo del software europeo en general y para el Spectrum en particular. Zombie Zombie era una suerte de Ant Attack II que cambiaba las hormigas gigantes por no-muertos y añadía algunas mejoras al motor gráfico, simplificando de paso el control del personaje protagonista. Sin embargo seguía siendo en esencia el mismo juego, que ya resultaba un poco anticuado para los estándares de 1984, lo que motivó que muchos le dieran la espalda.
Eso no quita para que Zombie Zombie fuese un producto innovador en algunos aspectos técnicos y hasta original, pues figura como el primer videojuego de zombis hecho para ordenador. Nunca antes nadie había tomado su pasión por las películas de George Romero como inspiración para un videojuego; videojuego que además resultaba muy divertido una vez se aprendía a manejarlo, aunque cambiaba la acción desmadrada de su antecesor por una cierta dosis de estrategia, suprimiendo de paso los elementos humorísticos para darle un aire más serio. El escenario Ant Attack style venía de perlas para la ocasión, y junto a los efectos de sonido y la música otorgaba al conjunto una ambientación siniestra muy conseguida, que anticipaba los actuales survival horror protagonizados por muertos vivientes como Resident Evil. Más de una vez me he llevado un susto tremendo cuando un zombi surgía por sorpresa detrás de un muro. Y hablando de sonido, el juego que nos ocupa sería también pionero en el uso de rutinas para simular polifonía en el modesto altavoz monofónico del Spectrum, una idea luego perfeccionada por el programador sueco Bo Jangeborg, que las haría famosas con Fairlight.
El origen de la plaga zombi que nos invade.
Dicho de un modo claro, Zombie Zombie se anticipó por más de dos décadas a uno de los fenómenos más de moda hoy, ese que gracias a la expansión de Halloween como hito comercial ha degenerado en paridas como el Día del Orgullo Zombi, junto a la consabida invasión de muertos vivientes en el cine, la tele…y los videojuegos. Zombie Zombie ni siquiera tuvo ocasión de revindicarse durante la época dorada vivida por la retroinformática entre finales del siglo pasado y principios de este. Contadas y breves reseñas en la Red y ningún remake ponen de manifiesto su desgracia. Claro que nunca es tarde si la dicha es buena: el que los zombis estén de moda ha propiciado que cada vez más gente se fije en el juego, y hay hasta un dúo francés de música electrónica que lleva su nombre, rindiendo homenaje a lo que sin duda merece un lugar mucho más prominente que el que hasta ahora le ha brindado la historia.