La escena del Amstrad CPC está que arde en este último tramo del año, por el empeño de algunos en demostrar que la máquina comercializada por Alan Sugar a partir de 1984 aún no ha alcanzado, ni mucho menos, el cenit de su potencial. Es lo que sostienen desde hace tiempo los miembros de Batman Group, responsables de algunas de las creaciones más espectaculares lanzadas en los últimos años para el CPC, en cuya opinión el ordenador fue miserablemente desaprovechado durante su etapa comercial, siendo capaz de hacer mucho más de lo que se le suponía. A ellos pertenece la inminente y esperadísima conversión de Pinball Dreams, juego desarrollado en los noventa para máquinas de 16 bits que exhibe una pinta fenomenal en el micro de Amstrad, casi a la altura del original.

Pero ellos no son los únicos que demuestran el poder oculto en las tripas de este venerable artefacto de ocho bits: hace años el increíble sistema operativo multitárea SymbOS dejó maravillados a cuantos tuvieron la ocasión de probarlo (servidor entre ellos); y en un plano más lúdico, hace algún tiempo pudimos disfrutar una nueva versión de R-Type, magistralmente convertido al Spectrum por Robert Pape en 1988 y que en el Amstrad no pasó de ser un mero calco de aquel, encima desprovisto de su apabullante colorido. Las prisas de la distribuidora, que quería tener el juego acabado cuanto antes, fueron culpables de que los programadores se limitasen a «copiar» la versión de Spectrum aprovechando que ambos micros montaban el mismo procesador. Lejos de ser inhabitual, esta práctica era común en un escenario bastante competitivo, que obligaba a las empresas de videojuegos al lanzamiento simultáneo de un producto para al menos cuatro sistemas incompatibles entre sí. De ahí que el CPC solo pudiese enseñar músculos de manera ocasional, sobre todo gracias a firmas especializadas en estrujarlo como eran las francesas Loriciel o Infogrames, originarias de un país donde el CPC reinaba sin oposición.

Outlaws, de los españoles Retro Bytes, se encuentra entre esos juegos que, en el momento presente, sacan a la luz el potencial oculto del CPC. Flamante ganador del concurso CPC RetroDev celebrado a primeros de este mes de noviembre con un nivel altísimo entre los participantes, se trata, en palabras lisas y llanas tal como explica el autor del vídeo adjunto, de una versión de la legendaria recreativa Cabal ambientada en el Salvaje Oeste (así, con mayúsculas). El título y su traducción al castellano (Forajidos) aclaran bastante por dónde van los tiros, nunca mejor dicho. Al igual que en Cabal el objetivo es disparar a todo lo que se mueva. Cambia el arma utilizada y cambia la ambientación, pero no la calidad del programa respecto a la máquina de la que toma la idea básica: Outlaws deslumbra en todas las facetas, contribuyendo a dignificar una máquina que en su momento fue acusada no pocas veces de «lenta» y de tener más juegos de mala calidad que sus competidores. Eran críticas injustificadas, pero es que a la vista de juegos como este, tampoco ha de extrañarnos que algunos acabasen mosqueados:

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