Imagine Software fue, junto a Quicksilva, la primera major del software europeo; el equivalente a Atari en el viejo continente incluso por la forma en que su burbuja se pinchó, tan estrepitosamente como se había inflado. Antes de acabar sepultada bajo una montaña de deudas, la compañía había ejemplificado como pocas el boom de los videojuegos de los primeros ochenta, con sus integrantes presumiendo de nuevos ricos y gastando enormes sumas en coches deportivos y en toda clase de caprichos, pero también fue la responsable de numerosos clásicos de la primera época del Spectrum que como Arcadia, Alchemist o Stonkers, contribuyeron al asentamiento comercial del pequeño Gomas. Igualmente, dejaría para la posteridad juegos que, como el que nos ocupará a continuación, fueron rápidamente olvidados y hasta hoy casi nadie recuerda pese a ser capaces de distraer como el que más.
Cosmic Cruiser fue programado por Steve Cain, quien más tarde estaría al frente del equipo responsable de esa obra maestra que es Shadow Fire. Se trata de una variación del típico arcade espacial con toda la pinta de una máquina recreativa, en el que controlamos a un astronauta encargado de infiltrarse en una nave espacial para rescatar a unos compañeros suyos cautivos de una raza de extraterrestres hostiles. La mecánica es de lo más sencilla: haciendo uso de un cañón disponible en la cubierta de nuestra nave, debemos disparar a las vainas que cuelgan de la nave enemiga para abrirlas y comprobar si hay alguien dentro. En caso afirmativo, toca flotar hasta allí para acceder al interior, rescatar al prisionero y devolverlo sano y salvo a nuestra nave arrastrándolo hasta la escotilla de cubierta. Nuestro objetivo pasa por rescatar a cuantos prisioneros podamos antes de que se acabe el tiempo, haciendo frente mientras tanto a los marcianos enemigos que nos acosarán tanto dentro como fuera de su nave y a los que podremos combatir usando el cañón o nuestra arma personal. Cuantos más compañeros rescatemos más puntos recibiremos al agotarse el tiempo, antes de pasar al siguiente nivel en el que la presencia y acoso de los marcianos irá en aumento.
La partida se acaba cuando se agotan nuestras vidas o nuestra paciencia, pues el nivel de dificultad es bastante alto por culpa del errático movimiento de nuestro astronauta, cuyo grado de inercia es muy elevado y al que por añadidura resulta imposible mantener quieto. Los marcianos ponen su grano de arena a la hora de crispar nuestra nervios gracias a su «pegajosa» presencia: en cuanto abandonamos la seguridad del cañón, donde somos invulnerables a su ataque, enseguida se nos echan encima para cogernos presos (y matarnos), matarnos directamente o arrebatarnos al prisionero que acabamos de rescatar para devolverlo a su encierro, lo que nos restará puntos y una vida en el caso de que no hayamos conseguido rescatar a nadie cuando se acabe el tiempo. Eso si, el desarrollo es frenético a más no poder. Más que frenético, de frenopatico, porque no serán pocas las veces en que nos acordemos de Steve Caín y más concretamente de su madre, aunque la realización técnica es bastante aceptable para lo que se estilaba en los primeros compases de 1984 y por añadidura el juego tiene una pantalla de carga bastante chula, un detalle que por entonces a casi nadie le preocupaba.
De no ser por el movimiento del protagonista innecesariamente complicado, Cosmic Cruiser sería un divertimento perfecto para matar el rato. Mimbres no le faltan para ello, y con sus defectos tal vez valga la pena que le concedáis una oportunidad. Pero conste que no me hago responsable de que el aparato que utilicéis para jugar (tableta, móvil, ordenador o lo que sea) acabe hecho pedazos en el suelo o en el fondo de un barranco.