El Titanic es sin duda el barco más famoso del mundo, debido sobre todo a las circunstancias que confluyeron en su malhadado primer y último viaje. Aunque la Titanicmanía recibió un espaldarazo decisivo tras el apabullante estreno de la película de James Cameron, la historia de aquel enorme vapor ha fascinado a generaciones enteras ya fuesen aficionadas o no a la mar. El que la localización del naufragio fuese un misterio durante décadas alentó el imaginario popular y los deseos de aventura de exploradores, científicos y cazatesoros, hasta que al fin un equipo de investigación oceanográfica dirigido por Robert Ballard encontró los restos en 1985 tras una azarosa búsqueda. La noticia del hallazgo corrió como la pólvora alrededor del mundo y el desdichado barco ocupó portadas por primera vez desde su hundimiento, llevando la Titanicmanía a su punto más álgido hasta entonces. Incluso un empresario americano se planteó reflotar el pecio, misteriosamente partido en dos, para exhibirlo en Long Beach, pagando 50.000 dólares por un estudio de viabilidad. Enseguida tuvo que echarse atrás: el estado del Titanic era tan ruinoso que hacía imposible plantearse siquiera tal idea.

Algo tan malo como esto es lo que puede ocurrirte si dejas que la pasión por el Titanic te lleve demasiado lejos.

Como era de esperar, el acontecimiento se vio reflejado en el mundo de los videojuegos, aunque quizás no tanto como podría imaginarse. Ordenadores y consolas no habían evolucionado lo suficiente, pero aun así se hicieron cosas más allá de las referencias a la catástrofe incluidas en It´s a knockout o el simpático Mermaid Madness. Y curiosamente, y del mismo modo que ocurriría un tiempo después con el desastre de Chernobyl, el mejor videojuego protagonizado por el Titanic es español. Hablar a estas alturas sobre aquella creación de Topo es casi innecesario dada su popularidad al menos en España, donde incluso fue homenajeada con ocasión del concierto que inauguró RetroMadrid 2012. El caso es que nunca me ha parecido un juego especialmente brillante en su conjunto, pero hay que reconocer que luce estupendamente en la parcela técnica y además resuelve, de forma bastante simpática, el misterio sobre el mítico tesoro escondido en las entrañas del barco.

Estomagante publicidad de Titanic Blinky para la revista británica Crash (1991).

Fue la supuesta existencia de ese enorme tesoro lo que motivó a la mayoría de quienes se organizaron en busca del pecio hundido del Titanic. Los primeros intentos serios datan de finales de los setenta, y ya al doblar la década siguiente se intensificaron como para dar a entender que encontrar los restos era sólo cuestión de tiempo. Ese es precisamente el argumento en torno al cual gira el que posiblemente sea el juego más curioso desarrollado para Spectrum con el Titanic como protagonista.

Titanic, the adventure begins fue lanzado en 1984, en un momento de renovado interés por todo lo concerniente a la búsqueda del buque tras las sucesivas expediciones organizadas por el magnate tejano del petróleo Jack Grimm entre 1980 y 1983, sobre las que más tarde se supo que habían estado muy cerca de lograr el premio gordo (al parecer, en una ocasión llegaron a pasar literalmente por encima sin detectarlo). En tales circunstancias, y puesto que el Spectrum se encontraba entonces en su mejor época, era evidente que un videojuego centrado en la búsqueda del Titanic y el rescate de su inmenso tesoro oculto llamaría poderosamente la atención. La pena es que el resultado final deje tanto que desear. Lento y con una simplicidad de diseño digna de la obra de un parvulario, lo único destacable es su compatibilidad con el sintetizador de voz Currah MicroSpeech, que con sus sonidos metálicos añade un punto de tétrica sordidez digna de una película de miedo.

Es curioso observar las similitudes entre el juego anteriormente mencionado y la que debía haber sido la gran superproducción relacionada con el naufragio: RMS Titanic. Desarrollada en 1986 por el mismo grupo de programación autor del genial Trivial Pursuit, finalmente sólo fue lanzada para el Commodore 64 y la impresión que da es la de haberse quedado a medio gas; un producto fallido que acusa las limitaciones de unos ordenadores que por entonces no daban para tanto. Con todo, es encomiable el esfuerzo de sus programadores para crear una atmósfera que nos permita creer que estamos recorriendo las tripas del buque en un sumergible, cazando tesoros y estudiando la posibilidad de reflotar el pecio, que extrañamente aparece entero cuando ya entonces se conocía el estado real del Titanic. Habría que esperar casi una treintena de años para que el progreso de los ordenadores nos permitiera bucear por las ruinas del mítico transatlántico casi como si de verdad estuviésemos en ellas.

2 thoughts on “Al rescate del Titanic”
  1. Yo nunca fui un «titanicamaniaco» pero sí que quedé muy impresionado cuando de chico una vez cayó en mis manos una revista con una ilustración parecida a la «estomagante» donde se ve el barco hundiendose.

  2. Yo reconozco que sí, que la historia del Titanic siempre me ha fascinado aunque no me guste el mar. En casa de mis padres se conservan un par de libros y varias revistas sobre el tema, incluyendo una edición especial americana de Popular Mechanics sobre el hallazgo del barco, que es de donde está sacada la referencia al empresario que quiso reflotarlo y anclarlo en California.

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